CÓMO VAN LAS COSAS POR FRANKLIN
Hasta la funeraria va a quebrar.
Y desde que cerraron la tienda de baratijas
ya no podemos comprar periquitos en la calle mayor,
ni batas de vichy sin mangas
para proteger de las tartas del bazar parroquial
las amplias delanteras de las fuertes y locuaces esposas
de fontaneros y peones camineros.
La ferretería cerró también.
Ayer
domingo, vi a los propietarios desmontando
la tienda, la mujer luchando con medía
docena de llantas de bicicletas en cada brazo,
como pulseras, el hombre balanceando
cajas llenas de sartenes de teflón. Los escaparates
habían sido blanqueados con yeso para frustrar la curiosidad
o la compasión, o esa triste alegría
que a veces sentimos cuando otros fracasan.
JANE KENYON, De otra manera, Pre-Textos, Valencia, 2007, p. 143.
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