ELLOS NO CREEN EN MÍ
Los vi merodeando de noche alrededor de la playa. Pero otra vez estaban completamente borrachos y no se asustaron de mi enorme cola de pez ni de mis trenzas peinadas de escamas. Entonces me sumergí. No quería ver cómo otra vez se echaban a reír mientras me señalaban, gritando que yo no era nada, nada, nada.
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