miércoles, 30 de abril de 2014

EL TÍO DEL IMPERMEABLE NEGRO, Ramón Gómez de la Serna


EL TÍO DEL IMPERMEABLE NEGRO

   No acababa de comprender qué le pasaba a aquel hombre largo, largo, siempre con traje claro y con unos bigotes como dos cuernos en su rostro agudo y alargado. Era un hombre triste, equivocado en todas las cosas, y que no hacía falta en la vida, ninguna falta...
   No se alimentaba de la vida aquel hombre; no aceptaba su parte de aire, de luz, de vida, algo que no es el alimento, ni el agua, ni la medicina.
   Aquel hombre parecía el hombre metido en un ca­nuto.
   —Asómese más al balcón —le dije yo, por decirle algo, sin acabar de comprender en qué podía consistir su mal.
   El hombre largo, de bigotes como cuernos de cabra de los Pirineos, señalaba atrozmente las arrugas que tenía a ambos lados de su boca, desde las comisuras de la nariz, cuando hablaba de su enfermedad.
   Sólo el día que le vi por la calle, corriendo por ella, ba­jo un cielo despejado, con un impermeable negro, me di cuenta que era ese hombre de negocios que se pone el impermeable todos los días y se ahoga dentro de su impermeable, porque, además su impermeable es como de piel de foca, negro, abrumador, apagador de la vida, gran creador del reuma.


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, El doctor inverosímil, Destino, Barcelona, 1981, p. 75.

martes, 29 de abril de 2014

[SOBRE LA SINESTESIA], Juan Bonilla



   Se me ocurrió abrir la botella de vino, es decir, se me ocurrió desembotellar el sol de Andalucía, y aplicar la nariz a su boca: ahí estaba, recién llegado del inalcanzable pasado, el aroma de las calles de Jerez. Nunca me ha gustado el vino fino, me sienta mal, no le encuentro la alegría, me pega duro en las sienes cuando sorbo la segunda copa, me sube a la memoria la agónica sensación de la primera borrachera y las ganas de que alguien me cortara la cabeza para acabar de una vez con las ganas de morirme que me invadieron entre las risas de amigos más avezados en el consumo del caldo. Pero su aroma sí me gusta, su aroma es sinestésico, es decir, está cargado con la información biográfica suficiente como para que ya no sea un mero perfume agradable, sino un lugar poblado de voces que puedo oír, de imágenes que puedo ver, de objetos que puedo tocar. La sinestesia, que es una figura que aparece no sólo en los tratados literarios sino también en los prospectos de los medicamentos —una de mis lectu­ras favoritas— cuando no es un mal prescrito por un doctor que teme que te hayas vuelto loco y aparece cargada de bio­grafia, es una bendición que agranda el mundo, o nuestra manera de estar en el mundo, amplía el espacio que ocupas, lanza un garfio hacia el pasado, que lo arrastra limpio hasta el presente, dota a las cosas que la producen de una condi­ción milagrosa, como si hubieran tenido oculto un secreto que has conseguido desvelar. Así, un melocotón, de repente, no sólo te sabe a melocotón, sino que a través de su sabor consigues oír la voz de un abuelo muerto. El tacto de una piel te hace de inmediato oler un perfume del pasado que no sabías que llevabas descargado en la memoria. Cuántas veces, en el metro, en el tranvía, paseando por la calle, una vaharada de perfume de una desconocida me ha golpeado repentinamente hasta hacerme recobrar el sabor de una boca antigua. Ah, qué ganas de volver a la Alameda Vieja para ver el crepúsculo sobre la cúpula que Eiffel diseñó para González Byass, tener quince años, estar a punto de recibir el primer beso...

JUAN BONILLA, Una manada de ñus, Pre-Textos, Valencia, 2013, pp. 128-129.

lunes, 28 de abril de 2014

[LA TARDE DE AYER...], Berta Dávila

47

La tarde de ayer fue la memoria de un pájaro
que devoró mi cuerpo en el erial.

Ahora que (por fin) me deshabitas
qué inútil el deseo.

Ya no son cuchillo tus palabras últimas,
son sal incrustada en el recovecos
de una herida extensa,

esa herida
que llevo sobre la piel,
para que tejas y destejas
mis cicatrices como redes sin captura.

Qué quedará de ti,
en este cuerpo vacío que te entregué un día
para que tú lo construyeses.


BERTA DÁVILA, Raíz da fenda, Xerais, Vigo, 2013, p. 71.
&
Kansuke Yamamoto

Traducción muy mejorable: FRC


domingo, 27 de abril de 2014

[QUIEN NO DESCUBRE...], Ángel Crespo





Quien no descubre el mundo todos los días, no lo ha visto nunca.

ÁNGEL CRESPO, La luz invisible, El Toro de Barro, Carboneras, 1981.
&
Anton Josef Trcka

sábado, 26 de abril de 2014

LA OBRA, Erika Martínez

LA OBRA

Un hombre horizontal
habita el falso techo de mi casa.
Cuando recorro el pasillo
repta sobre mí
como un soldado a tierra
y repite con acento extranjero
cada palabra que digo.
Atrincherado en la altura,
desgasta el yeso oscuro
con su runrún de termita.
Se acomoda, gana terreno,
consigue que sea yo
quien se esconde.

ERIKA MARTÍNEZ, El falso techo, Pre-Textos, Valencia, 2013.
&
Kansuke Yamamoto

viernes, 25 de abril de 2014

[CURSO DE ÉTICA...], Jorge Riechmann


Curso de ética. Primer semestre: lo bueno de lo malo. Segundo semestre: lo malo de lo bueno.

JORGE RIECHMANN, El siglo de la gran prueba, Baile del Sol, Tegueste, 2013, p. 160.
&
Ron Isaacs

jueves, 24 de abril de 2014

[SOMOS BOLAS...], Voltaire

Somos bolas que vamos rodando al azar y según nos golpee otra bola. Es la magna cadena de los acontecimientos.

VOLTAIRE, Aforismos. Extraídos de la correspondencia., Hermida Editores, Madrid, 2013, página 33.
&
Marta Rico

miércoles, 23 de abril de 2014

[UN LIBRO ES...], Ramón Gómez de la Serna & David Vela


Un libro es un pájaro con más de cien alas para volar.

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA & DAVID VELA, Ninfas y calaveras, El Patito, Santiago de Compostela, 2013.

martes, 22 de abril de 2014

LA PETENERA, Christina Pluhar

LA PETENERA

La Petenera se fue
a vivir al mar profundo,
pero anteanoche soñé
que en algún lugar del mundo
cantando la encontraré.

¡Ay! solita soledad,
soledad que yo quisiera
que usted se volviera anona
pa' que yo me la comiera,
madurita madurona
que del árbol se callera.

Quién te puso Petenera
no la supo bautizar,
le hubieran puesto siquiera
la musa de mi cantar
y en mi corazón viviera.

¡Ay! solita soledad,
soledad que yo quisiera
que se formara un columpio
¡Ay! solita ya lo ves
para que yo me meciera.
CHRISTINA PLUHAR & L'ARPEGGIATA, Los impossibles, Naïve, 2007.
&


lunes, 21 de abril de 2014

[CON SUS PATITAS...], Jesús Aguado



Con sus patitas
la cucaracha muerta
sostiene el cielo.



JESÚS AGUADO, La insomne. Antología esencial, FCE, Madrid, 2013, p. 96.
&


domingo, 20 de abril de 2014

SOBRE RECUERDOS Y REGALOS, Juan Bonilla

   Mientras caminaba hacia mi hotel, ubicado junto a un parque en el que en una sola noche había más comercio sexual que en toda la literatura alemana de los últimos cinco siglos, iba paladeando el endecasílabo del poeta anónimo al que vi una vez delante de su dimensión desconocida y de su copa de vino, y por mucho que me lo prohibiera, fue imposible no armarse de recuerdos. Los recuerdos son las mejo­res marcas: récords. Un recordman no es sólo el que ostenta la mejor marca de una competición, sino también, por eso mismo, supongo, el que mejores recuerdos tiene de aquel día. No quería ser un recordman en un día como aquél, me iba diciendo a mí mismo que me dejara de melancolías, que dejase de recordar los patios de la infancia donde siempre había alguien cantando, las silenciosas calles entre bodegas por las que paseé mi desgana adolescente, la Alameda Vieja al lado de la catedral, donde me besaron por primera vez, la Librería Alternativa, donde robé una biblioteca entera de li­bros de bolsillo, que dejara de acordarme de los muertos, que dejara de echar de menos a los que iban a morir muy pronto, me instaba a vivir el presente, porque presente sig­nifica regalo.

JUAN BONILLA, Una manada de ñus, Pre-Textos, Valencia, 2013, p. 125.
&
Kenneth Ooms

sábado, 19 de abril de 2014

LA SIRENA, Antón Castro

LA SIRENA

   Su origen es incierto. Algunos dicen que la sirena del pantano de la Tranquera no es propiamente ma­rina, sino que fue el loco y poeta Muntadas, el mis­mo que descubrió el oculto cauce del Piedra entre grutas y pasadizos, quien la trajo de Irlanda en una tinaja de ganado vacuno y en agua dulce con la ab­soluta garantía de que era inmortal; otros aseguran que es uno de los escasos restos del viejo pueblo inun­dado y que vivía en el cuarto de baño de un labrador de la comarca, rodeada de truchas y de barbos. El poeta local y fotógrafo, Verán Gormaz, ha escrito que la sirena desciende de aquellas ninfas de la ribera que acompañaban el curso del Piedra y refiere en di­versos textos que el poeta Marcial, oriundo de esos parajes, y los monjes cistercienses tenían el corazón ganado por estas hermosas criaturas del río, que man­tenían profusa correspondenda con sus hermanas del mar. Verón, sin embargo, es de los que jamás ha po­dido contemplar la sirena: en más de una ocasión ha hecho guardia entre los peñascos, armado con su cámara, a la espera de verla aparecer al pie de un can­til, mientras canta a la luna o pasea en una pequeña balsa. Pero todo ha sido en vano. ¡Con lo que hubie­ra dado por una de sus fotos levemente difuminadas, heridas de color y añoranza, con la sirena irrumpiendo de una mata de juncos!
   Más allá de las conjeturas acerca de su proceden­cia, nadie discute la presencia de la sirena en el pan­tano. Suele aparecérsele a los pastores y a los bañis­tas a la caída de la tarde, con el cabello largo y rubio y los ojos rasgados. Siempre va desnuda, emplea collares de nácar con perlas de sarmiento, y la cola es de un color verdoso, casi ambarino. Durante el día vive sumergida bajo las aguas y, al parecer, posee una mansión acristalada decorada con restos de yedra y árboles gigantes. Los que la han oído cantar asegu­ran que no habla castellano, que se perfuma con ex­cremento de calandria y que en los días de agosto entona unas melodías taciturnas que envuelven no sólo el pueblo viejo de Nuévalos, sino a todo el mo­nasterio de Piedra, bajo una letanía lentísima y obse­siva que invita al sueño, pero también al amor.
   —Ya decía yo —suele comentar el anciano Rosmundo—: alguna explicación había de tener que a todas las mujeres de la villa les empiece a abultar la barriga a mitad del invierno.

ANTON CASTRO, Los seres imposibles, Destino, Barcelona, 1998, pp. 47-48.

viernes, 18 de abril de 2014

ELEGIR, Juan Seoane

ELEGIR

En los hospitales
las despedidas cada vez se hacen más jóvenes,
están en el desierto de la medicación.

En los ojos sobrevive el miedo,
el ritmo del reloj parapléjico
y su líquida belleza.

Tras la luna,
suspiro a suspiro
se escucha el jadeo del viento,

el deshielo de la memoria.

JUAN SEOANE, The end, Adeshoras, Madrid, 2013, p. 55.
&
Viktoria McNulty




jueves, 17 de abril de 2014

EL ZORRO ES MÁS SABIO, Augusto Monterroso

EL ZORRO ES MÁS SABIO

   Un día que el zorro estaba aburrido y hasta cierto punto melancólico y sin dinero, decidió convertirse en escritor, cosa a la cual se dedicó inmediatamente, pues odiaba ese tipo de personas que dicen voy a hacer esto y lo otro y nunca lo hacen.
   Su primer libro resultó muy bueno, un éxito; todo el mundo lo aplaudió, y pronto fue traducido (a veces no muy bien) a los más diversos idiomas.
   El segundo fue todavía mejor que el primero, y varios profesores norteamericanos de lo más granado del mundo académico de aquellos remotos días lo comentaron con entusiasmo y aún escribieron libros sobre los libros que hablaban de los libros del Zorro. Desde ese momento el Zorro se dio con razón por satisfecho, y pasaban los años y no publicaba otra cosa.
   Pero los demás empezaron a murmurar y a repetir: ¿Qué pasa con el zorro ?, y cuando lo encontraban en los cócteles puntualmente se le acercaban a decirle tiene usted que publicar más.
   —Pero si ya he publicado dos libros—respondía él con cansancio.
   —Y son muy buenos —le contestaban— por eso mismo tiene usted que publicar otro.
   El zorro no lo decía, pero pensaba: “En realidad lo que éstos quieren es que yo publique un libro malo; pero como soy el Zorro, no lo voy a hacer”.
   Y no lo hizo.

AUGUSTO MONTERROSO, La oveja negra y demás fábulas, Anagrama, Barcelona, 1991.
&

miércoles, 16 de abril de 2014

[EL POETA NUNCA SABRÍA...], Jesús Zomeño



   El poeta nunca sabría que el anciano caballero odiaba la poesía y armaba sólo el café caliente con galletas al que lo invitaban. Por su parte, el anciano sí sabía que el joven escribía por soberbia y porque creía que la palabra dominaba al mundo. El caballero  sorbía café y comía galletas y pensaba, sin embargo, que las palabras se limitan sólo a formar parte del mundo.


JESÚS ZOMEÑO, Lengua azul, Sloper, Palma de Mallorca, 2008, p. 32.
&
Antoni Tapies

martes, 15 de abril de 2014

[TEMO LOS ELOGIOS...], Voltaire


Temo los elogios porque temo el ridículo.

VOLTAIRE, Aforismos. Extraídos de la correspondencia., Hermida Editores, Madrid, 2013.
&
Corine Pagny

lunes, 14 de abril de 2014

[SER LIBRE DE INCREDULIDAD...], Omar Jayyam



Ser libre de incredulidad y de fe es mi religión.
Beber vino y estar alegre es mi modo.
Dije al universo, ¡oh novia!, ¿cuál es tu regalo de prometida?
Dijo: mi regalo de prometida es tu corazón gozoso.

OMAR JAYYAM, Rubayat, Alianza Editorial, Madrid, 2013 (2006), p. 71.
&
Fikret Devedzic

domingo, 13 de abril de 2014

[ACOSTUMBRA SATURNO...], Carmen Camacho

Acostumbra Saturno, cuando devora a sus hijos, tomarse luego una cucharadita de Primperán.

CARMEN CAMACHO, Minimás, Baile del Sol, Tenerife, 2008,  p. 44.
&



sábado, 12 de abril de 2014

[SOBRE LA ALFROMBRA...], Emilio Gavilanes

Sobre la alfombra,
al volver de la clínica,
sus zapatitos.

EMILIO GAVILANES, Salta del agua un pez, Comares, Granada, 2011, p. 20.

viernes, 11 de abril de 2014

VETERANOS, Nuria Botey

 
VETERANOS


   Los niños ingresados en la planta de trasplantes no sienten miedo ante los fantasmas infantiles que rondan de noche por los pasillos. En cambio, las figuras silenciosas de las enfermeras les hacen llorar amargamente.

jueves, 10 de abril de 2014

LLANTO, Pedro Sánchez Negreira

LLANTO

   Sentada en la mecedora a los pies de la cuna y oculta en la oscuridad taciturna de la habitación, ella se consume en un balanceo vesánico acunando en sus brazos el vacío. En sus anhelos, el niño aún llora.


miércoles, 9 de abril de 2014

[MARGARITA BUÑUEL CONTÓ A MAX AUB...], José Jiménez Lozano

 
  Margarita Buñuel contó a Max Aub que su hermano Luis —el director de cine— no quería entrar en la alcoba a ver a su madre enferma: «la ve a través de un espejo, reflejada».
   Es un detalle estremecedor: técnica de cine en la vida real, los reyes, reflejándose en el espejo, al entrar en la habitación donde Velázquez pinta. Sí, pero ¡en qué circunstancias!
   ¿Es por esto por lo que nunca me ha convencido Buñuel: porque muestra un mundo mediado por espejos, y no sólo los juegos de sorpresa surrealistas?

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, Segundo abecedario, Anthropos, Barcelona, 1992, pp. 91-92.
&

René Magritte

martes, 8 de abril de 2014

[TENGO NOSTALGIA DEL PRESENTE...], Carlos Edmundo de Ory

Tengo nostalgia del presente por vivirlo como si hubiera pasado ya.
CARLOS EDMUNDO DE ORY, Nuevos Aerolitos, Ediciones Libertarias, Murcia, 1995, p. 26
&
Leon Ferrari

lunes, 7 de abril de 2014

[CAE UNA HOJA...], Emilio Gavilanes


Cae una hoja.
Su sombra cruza el suelo.
Corre a su encuentro.


EMILIO GAVILANES, Salta del agua un pez, Comares, Granada, 2011, p. 40.
&
Annabel Crocker-Mellor

domingo, 6 de abril de 2014

1916, PUNTOS DE UNA MAPA. DUBLÍN, Jesús Zomeño



1916, PUNTOS DE UNA MAPA. DUBLÍN


   He traído conmigo el plato de las propinas. Yo trabajaba en el urinario de la calle Sackville, el más limpio y concurrido de Dublín, cerca de la columna de Nelson. He mantenido conversaciones de todo tipo con hombres de pie que me daban la espalda mientras orinaban y aún así les he reconocido en esta guerra.
   El coronel Brannagh, por ejemplo, problema de próstata y piernas curvadas. Todo un reloj a las cinco y cuarto porque antes de entrar en casa pasaba por el urinario en prevención de que hubiera visitas esperándole.
   —Un caballero no es un conejo asustado entrando a la madriguera —decía—. No podemos pasar de largo por delante de las damas o de un caballero distinguido. El mayordomo recoge el abrigo y el sombrero, nos despoja de la excusa de decir que vamos al guardarropa cuando lo que queremos es ir corriendo al baño. Por otro lado, reconocer una urgencia de ese tipo sería una grosería...
   Son confidencias que desata la vejiga mientras se vacía, acaso por la complicidad del momento. Disculpo sus gases, simulo no darme cuenta y a la larga ellos se relajan y cuentan cosas.
   —Odio a mi mujer —contaba el Señor Bloom— pero no puedo decírselo porque no soy feliz con ella y me fastidia hacerle esa confidencia de mis sentimientos a persona tan ajena...
   Las personas cuidamos nuestra intimidad con demasiado esfuerzo. Soy indiferente a los que se orinan fuera o a los que huelen mal después de vaciar la tripa, aunque ellos se oculten. La mala conciencia y la vergüenza dejan malas propinas. Me gusta ganarme su confianza, dejarles ver que soy discreto y que todo lo que ocurra en el urinario es normal y conveniente.
   El carnicero de Talbot Street, Seamus Hickey, cuando estábamos solos solía gastarme siempre la misma broma:
   —Sujeta el plato que ahí va la propina...
   Y se tiraba dos pedos sonoros. Cada día festejaba su ocurrencia como si fuese la primera vez.
   —Es normal, es normal... —le contestaba, agradeciendo su confianza.
   Hay que pasar bien el cepillo a los clientes habituales. Era un buen hombre el señor Hickey. El otro día me entere de que habían matado a dos hijos suyos en Passendale, cosa de la mala suerte que muriesen los dos el mismo día. La vida da malas propinas.
   Tampoco el urinario es cuestión de frivolidad. Hay historias terribles en la gente que se moja el pantalón o los zapatos. A un señor bajito que trabajaba con sus gafas de concha detrás de un mostrador de correos acostumbré a pasarle una bayeta por los zapatos. Nunca me dijo nada, ni siquiera buenos días. Se quitaba primero el abrigo, uno gris de calidad mediocre, y después por más que se arrimase ni el tamaño ni el impulso permitían que llegase a la pared del urinario. Por supuesto que se trataba de una cuestión de torpeza, pero él era incapaz de encontrar una solución. Al terminar, se ponía delante del espejo y mientras aparentaba ajustarse el nudo de la corbata yo me acercaba a pasarle un trapo por los pies. Nunca hizo ningún comentario y a eso nunca repliqué. El otro día lo vi pasar camino del frente, creo que me reconoció porque bajó la mirada. No creo que sea capaz de disparar un arma.
   Había que mantener el suelo muy limpio, la cerámica brillante, pasar el paño por las piezas de bronce varias veces al día, renovar el alcanfor para que diluyese el olor de los orines... son detalles importantes. La gente entraba y miraba alrededor, se sentía a gusto. El trabajo era constante pero nunca descuidé los detalles con mis clientes.  A Cillian O’Sullivan, un maldito veterano de la guerra de los ingleses contra los boers, le dolía tanto al orinar que echaba gotas de sangre y por eso lo hacía despacio. Se tomaba todo el tiempo del mundo y entre tanto hablaba, hablaba mucho. Se distraía hablándome de caballos y de perros, también de las ventajas de las cercas de madera por encima de los antiguos vallados de piedra. A veces me hacía bostezar y se callaba, pero al poco comenzaba otro tema como el de un carretero de Galway que secaba y se fumaba la piel de las patatas y añadía que él lo había probado y que no estaba nada mal. El horario de tarde era el más aburrido y Cillian O’Sullivan lo sabía. Encendía mi pipa cuando lo veía entrar porque estaba claro que aquello llevaría su tiempo y yo debía aparentar que escuchaba. Durante aquellos años oriné con él varias veces sus piedras del riñón.
   Donovan Flynn el borracho manco de la fábrica de cerveza, solía escupir al suelo cuando entraba y alarmaba a los clientes con sus gritos y estupideces. Lo cierto es que algunos como él consideran que un urinario es sórdido y que dentro quedan excusados de toda regla de educación, que orinar o hacer de vientre son actos que embrutecen y concilian con cualquier obscenidad. Sin embargo, por el contrario, bajarse los pantalones o abrirse la bragueta en público son actos vergonzosos que requieren mucho respeto. Respeto y discreción como el que tenía un inglés que trabajaba en la policía, a pesar de no vestir uniforme, y que durante varios años estuvo yendo a diario y que al salir siempre daba a entender que no había hecho nada.
   —Hay que ajustarse la camisa dentro del pantalón para que no arrugue... —comentaba al irse, sin olvidar la propina.
   Lo mataron unos pistoleros, pero esa es otra historia.
   —Esto es una biblioteca —le decía yo a Donovan Flynn cuando lo empujaba para echarlo.
   El pobre borracho terminaba orinándose en el pantalón mientras subía a trompicones las escaleras a la calle, pero lo que ocurriese fuera no me importaba.
   Niall Mullany tarareaba canciones en el urinario cuando se ponía cara a la pared y así lo recuerdo desde que supe que lo fusilaron los ingleses en Dublín la semana pasada. Cosas de ser héroes en patrias cada vez más pequeñas para morir más cerca del corazón, donde quiera que esté.
   Cada uno tiene su patria y la mía era aquel urinario pequeño y estrecho, cerca de la columna de Nelson. Puede que haya sido un hombre humilde y que ahora no pretenda mejorar mi condición, pero estoy conforme con lo que me hace feliz. Por eso me he traído el plato de las propinas, porque siempre espero de la vida recoger algo por lo que estar agradecido.

Jesús Zomeño

sábado, 5 de abril de 2014

[ESTOY SEGURO DE QUE...], Peter Handke


Estoy seguro de que no hay otro camino que el mío; pero a veces no sé si yo estoy en un camino



PETER HANDKE, Fantasías de la repetición, Las Tres Sorores, Zaragoza, 2000, p. 57.
&
Karl Seitinger 

viernes, 4 de abril de 2014

MUJER DE PRIMAVERA, Joan Margarit

MUJER DE PRIMAVERA
A Luis García Montero
Detrás de las palabras sólo te tengo a ti.
Triste quien no ha perdido
por amor una casa.
Triste el que muere
con un aura de respeto y prestigio.
Me importa lo que sucede en la noche
estrellada de un verso.

JOAN MARGARIT, Arquitectura de la memoria, Cátedra, Madrid, 2006, p. 177.
&
Cecil B.

jueves, 3 de abril de 2014

MONTERROSO RELOADED, Nuría Botey


MONTERROSO RELOADED


   Cuando abrió los ojos, la tapa del ataúd seguía estando allí.



miércoles, 2 de abril de 2014

PREPOSICIÓN INDECENTE, Víctor Lorenzo


PREPOSICIÓN INDECENTE

   Tras cerrar el último bar, ya de madrugada, me propuso subir a. Estás en tu casa, no voy a hacer nada que no quieras, me juró ante. Nos desnudamos con prisa, nos metimos en la cama y nos buscamos bajo. Me agarró del brazo cuando me vio abrir el cajón de la mesita situada cabe. No quiero hacerlo con, dijo muy serio. Yo me negué, pero me acorraló contra. Nunca imaginé que fuera capaz de, porque nos conocíamos desde, cuando coincidimos en. Gemí de dolor, de rabia, atrapada entre. Tuve que apartar la mirada y dirigirla hacia, mientras me preguntaba hasta, sin entender sus motivos para. Le supliqué que se detuviera, por. Pero él continuaba actuando según. No pude zafarme de él hasta que quedó agotado, exhausto, sin. Mientras se vestía, me aconsejó no contar lo ocurrido a nadie, so. Se oyó un portazo y me quedé sola, llorando, tendida sobre. Aún me cuesta encontrar las palabras para explicar cómo me siento tras.

Manuel Espada & Rosana Alonso (ed.), De antología, Talentura, Madrid, 2013, p.174.
&
Colette Standish

martes, 1 de abril de 2014

[¡ARRIAD EL FOQUE...], Ana María Shua


  ¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique.



ANA MARÍA SHUA, Cazadores de letras, Páginas de espuma, Madrid, 2009, p. 127.