El poema breve, escribió Poe, es el determinante de la modernidad. Los géneros breves han sido siempre géneros matrices, portadores de la semilla de un cambio de sensibilidad y de las posibilidades de imaginar. Tal es la importancia decisiva, para la escritura nuestra, de la greguería en Gómez de la Serna o de la narración breve en Borges. Pero más atrás y en otra esfera, pensemos en los madrigalistas, en Gesualdo o Monteverdi, tan cerca de la modernidad, señalaba Strawinsky. Y volviendo otra vez hacia adelante, pero en la misma esfera, nadie ignora la importancia del haikú en la estética de Webern o del lied en el universo musical de Schönberg y Mahler.
JOSÉ ÁNGEL VALENTE, Notas de un simulador, Ediciones La Palma, Madrid, 1997, pp. 29-30.
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