PREMONICIÓN
El avión se estrelló con ciento quince pasajeros a bordo. Cuando vio la noticia en la tele suspiró aliviado. La noche anterior algo le había dicho que no debía subirse a aquel avión. La noche siguiente ese mismo algo se presentó en su habitación. Lo acompañaban ciento catorce. Y habían llegado para quedarse.
MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, Demasiado tarde para volver, Tres fronteras, Murcia, 2008, p. 22.
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