LOS HUEVOS
Mamá apaga en la cocina el incendio de mediodía; dentro del horno queda el rescoldo del cielo anaranjado; debajo del cielo hay una mesa, donde papá come de espalda un omelet, mostrando un crepúsculo profundo. Mamá arranca el rescoldo de la hoja de almanaque; anda descalza; bajo la sombra del delantal gris los pájaros ponen huevos sin cesar; se asoma la luna dentro del nido.
Los niños sueñan en el huevo; no se sabe dónde están las cejas y los labios, tan borrosos que no se distinguen de las nubes y ramas lejanas; dentro del huevo reina la oscuridad verde; los niños repiten con las extremidades cortas el mismo ejercicio de nacer; unos están a punto de convertirse en serpientes, otros en peces; sus cuerpos ya se ven oscuros.
Abuela atisba el interior de los huevos; sus dedos se ven transparentes bajo la luz lunar; en un huevo llueve sin parar; en otro pululan helechos; en otro hay un torbellino de arena; cada uno tiene un paisaje distinto; pero se ven todos iguales cuando abuela los coloca en el sitio original; juntándose con discreción, se inclinan hacia el centro de la luna llena.
Papá se levanta arrastrando la sombra, que se asemeja al caballo mojado; el caballo no obedece; al lado de la ventana, papá, cansado, tropieza con los huevos, que se desmoronan uno tras otro con leves susurros; permanecen ambiguos los suspiros de los niños, pero papá, sin percatarse, se mantiene inmóvil, cabizbajo junto a la ventana; el caballo vuelve a la cama de la luna llena, pasando por encima de la sombra de papá.
RURIKO MIZUNO
TETSUO NAKAGAMI & YUTAKA HOSONO, Poesía contemporánea del Japón, Universidad de Los Andes, Mérida, 2011, pp. 40-41.
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