Creo que me he dejado querer más de lo que he querido. Dejarse querer lleva a veces a querer mucho, quizás sin gran pasión, pero con profundidad. Querer sin ser querido puede llevar a la indiferencia, a no querer, y en algunos casos hasta odiar.
IÑAKI URIARTE, Diarios. (1999-2003), Pepitas de calabaza, Logroño, 2010, p. 151.
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Francesca Woodman
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