viernes, 15 de julio de 2011

VERDADERA BREVEDAD, Guillermo Bustamante Zamudio


“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”… ¡qué desperdicio de términos, qué autor tan gárrulo! ¿Acaso hay necesidad de decir “cuando despertó”? Con sólo expresar “Despertó”, queda implicada la circunstancia temporal, inútilmente repetida por el adverbio. De manera que sería mejor: “Despertó. El dinosaurio todavía estaba ahí”. Aunque preferible, esta frase sigue malgastando vocablos. Por ejemplo: “todavía estaba”, ¿no es lo mismo que “permanecía”? Así, el famoso relato que hace gala de su falsa brevedad quedaría mejor escrito si sólo fuera así: “Despertó. El dinosaurio permanecía ahí”. Ahora bien, si permanecía, se supone que es en un sitio; es preciso no subestimar al lector. Esta vez es la circunstancia espacial en la que ociosamente redunda el adverbio, dilapidando los recursos lingüísticos. Así, el relato quedaría mucho mejor si dijera: “Despertó. El dinosaurio permanecía”. Ahora bien, que un dinosaurio permanezca es una situación trascendental, como para subordinarla al sueño del personaje. Ese es el hecho destacable, así no hubiera estado dormido (igual habría dado si indicara “Cuando regresó, el dinosaurio todavía estaba ahí”). De manera que basta con “El dinosaurio permanecía”, que es la esencia del cuento, en tres palabras y no en esas derrochadoras siete de las que tanto se ufana la tradición micro-cuentística. No obstante, para expresar lo justo, todavía sobran voces. Cuando algo se enuncia, se le supone permanencia —no otra cosa es el signo—, y sobre todo cuando cuenta con el peso otorgado por el sustantivo. De tal manera, cuando se dice “El dinosaurio”, se afirma que permanece. Y, finalmente, para qué especificar con ese artículo definido algo que se impone como un universal. En lugar de agregar, tal elemento le resta importancia al acontecimiento. Suficiente sería, entonces, decir “Dinosaurio”, que es todo un micro-relato de ficción.
Alguien podría pensar que en él sobra “saurio” y que “Dino” sería suficiente, pero no hay que ser exagerado en estos temas y es bueno dar ciertas libertades al creador.

Guillermo Bustamante Zamudio


ILUSTRACIÓN: Dani Sanchís