LA TIENDA DE LAS MANZANAS PRECIOSAS
Los vendedores de fruta tienen a veces barbas de filósofo. Son como vegetarianos pedagógicos que se dedican a sembrar la salud en medio de la vida. Tienen algo también de boticarios frescos, naturales, espontanistas.
Aquel de la barba roja como hecha con pelos de panocha, inventó el medio más seguro de vender, pues además de titular a su frutería El Paraíso, expuso las manzanas más ruborosas de los pomares, las que son como mozas que se miran el delantal, y colocó sobre ellas un letrero en que anunciaba:
Todos los hombres mojigatos y las mujeres timoratas formaron cola a la entrada de la frutería, encintando las calles como serpiente de cola sin fin.
Los vendedores de fruta tienen a veces barbas de filósofo. Son como vegetarianos pedagógicos que se dedican a sembrar la salud en medio de la vida. Tienen algo también de boticarios frescos, naturales, espontanistas.
Aquel de la barba roja como hecha con pelos de panocha, inventó el medio más seguro de vender, pues además de titular a su frutería El Paraíso, expuso las manzanas más ruborosas de los pomares, las que son como mozas que se miran el delantal, y colocó sobre ellas un letrero en que anunciaba:
MANZANAS DEL ÁRBOL PROHIBIDO
Importación directa del Éufrates
Todos los hombres mojigatos y las mujeres timoratas formaron cola a la entrada de la frutería, encintando las calles como serpiente de cola sin fin.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Disparates y otros caprichos, Menoscuarto, Palencia, 2005, p. 173.
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