UN MENDIGO EN EL QUIRÓFANO
Se va sumiendo la carretera en tus ojos.
Horas encendidas de grava
viven aún en tu humilde reloj de níquel…
Los ángeles azules del telégrafo
dieron sus alas para tus pobres zapatos.
Rezan por ti de rodillas
los marcos de los kilómetros.
En la camilla,
está tibio de paisaje tu cayado;
y sobre el quirófano
ha caído una lluvia de campanas y pájaros.
Níquel y cristal
se han inundado de campo.
LUIS PIMENTEL, Barco sin luces, Linteo, Ourense, 2001 (1960), p. 61.
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