Tememos al extranjero porque creemos ver en él a nuestro futuro sustituto pero en especial porque nos hace ver al extranjero que también nosotros fuimos antes de usurpar el reino que ahora denominamos nuestra patria. Para erradicar esa visión, y con ella el peor terror clavado en el corazón humano, deberíamos descender por el tiempo, generación tras generación, hasta conseguir observarnos como aquellos invasores, aquellos emigrantes, aquellos exiliados que marchaban de tierra en tierra hostigándose, cruzándose, matándose o amándose. Si finalmente aceptamos que nosotros seguimos siendo ellos, comprenderemos que lo que llamamos identidad suele ser un refugio contra el extranjero que continúa habitando en nuestro interior y nos recuerda, en los momentos más libres, su presencia.
(El sustituto)
RAFAEL ARGULLOL, El cazador de instantes. Cuaderno de travesía (1990-1995), Acantilado, Barcelona, pp. 31-32.
1 comments:
Magnífica reflexión, como suelen ser todas las de Argullol.
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