Un poema verdadero nunca es oscuridad, sino la otra cara de la luz.
El poema se ilumina cuando lo leemos con los ojos cerrados.
Cuando el poema es el que nos lee, lo llamamos oscuro.
ÁNGEL CRESPO, La luz invisible, El Toro de Barro, Carboneras, 1981.
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Pawel Jonca
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