FINAL
Me topo contigo en los copos de esta nevada absurda y fuera de contexto que ha parado la ciudad. Te pienso en Andorra cuando aún existía el Amor (porque no existe desde que no nos amamos). Desde la puerta del trabajo miro la nieve y comienzo a entender despacio y a trompicones, que te has ido, y que ya no me importa. Que no existen drogas que me devuelvan aquella pausada circulación de la sangre cuando te creía mi hogar. Te olvido por el día y sólo espero la noche, y a la noche sólo espero el aIba. Y siempre, siempre, llega. Te has ido y yo me he ido del mundo. El eco de la traición me sigue los pasitos Y yo rezo en silencio, amor mío, para que mueras o muera yo.
Me topo contigo en los copos de esta nevada absurda y fuera de contexto que ha parado la ciudad. Te pienso en Andorra cuando aún existía el Amor (porque no existe desde que no nos amamos). Desde la puerta del trabajo miro la nieve y comienzo a entender despacio y a trompicones, que te has ido, y que ya no me importa. Que no existen drogas que me devuelvan aquella pausada circulación de la sangre cuando te creía mi hogar. Te olvido por el día y sólo espero la noche, y a la noche sólo espero el aIba. Y siempre, siempre, llega. Te has ido y yo me he ido del mundo. El eco de la traición me sigue los pasitos Y yo rezo en silencio, amor mío, para que mueras o muera yo.
SYLVIA SOLÉ, Diacronía del miedo, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007, p. 20.
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Álvaro Rubio
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