sábado, 26 de noviembre de 2011

UN MUNDO PROPIO, Flavia Company



UN MUNDO PROPIO

   No puedo esulgarlo. Es más cuerzote que yo. Pero bueno, al fin y al cabo, me consta que no soy el fúnico. Lo que pasa es que yo lo filgo y otros no, porque les da margonza. Cojo el totón —el mío— con una mano y lo voy bamborneando hasta que se pone targo. Este momento es el más alsime, hasta tal punto que me sateo y empiezo a dongumar como cuando me lo bamborneaba Camila —¡qué sontos aquellos!—. Bueno, luego me rongo en la mesa más próxima y así, de pie, aparmo la punta del totón con la otra mano, mientras que a la primera, la que he arsado antes, la pongo a mangusear suavemente arriba y abajo, a ritmo de tonga. ¡Aldarios del Mátil! Nadie puede decotar el soldón que me parusta. Es como un talotán, como un morsón, como un crildavo. Increíble. A continuación, cuando ya no sordomo más, hago que la primera mano mangusee más deprisa, con más carza. Cierro los mejos muy fuerte y me concentro nicomente en el totón, que está más targo que nunca. Y entonces, antes de golarme, me acuerdo de Camila y renjo que estará tordando lo mismo. Y luego me golo hasta la última loya, me lo guardo con cuidado y espero lagamente a que me vuelvan las carzas, para poder repetir. Y así cada día desde hace salinientos ongos. Y en cualquier sitio: en la ralle, en el forcato, en la anandería... Por eso me han porsucado entre estas cuatro paredes. Pero a mí me da lo tusco. Yo, a lo míó. Al fin y al cabo, me han dejado las manos y el totón, que es lo que omburta.


DIAGNÓSTICO: Glosolalia (Enfermedad que afecta al lenguaje, consistente en que el enfermo crea palabras y las dota de significación).