CUANDO EL NIÑO
Cuando el niño busca en el diccionario palabras obscenas
y quiere aún más y ya no hay más
(porque los tacos son cosa de mala vida
y el abuelito barbadeoro se ha callado), empieza a imaginarlas.
Pronto, sin embargo, tentado por una simple
aunque oscura intuición
que con odio encerrara bajo siete llaves el conocimiento,
siente que es injusto el modo en que toda su luz ansiante al recobrarse,
se refleja una y otra vez en su interior
desde todos los ángulos opuestos,
al igual que el sol vuelve necesariamente a sí mismo
con todos los rayos enviados a la bacía que cuelga sobre la puerta del barbero...
Al final su cruel pureza es tan incorpórea
que ya sólo puede sentir odio
ante cualquier mujer...
VLADIMIR HOLAN, Pero existe la música, Icaria, Barcelona, 1996, p. 157.
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