GIN TONIC
Un dedo con una uña rota.
Dos dedos elevando el nivel de ginebra en la copa.
Tres dedos sosteniendo una botella: en su cristal grabado el mapa de Islandia.
Cuatro dedos pulsando la sien de quien se dejaría desvanecer en el cráter del volcán, de quien querría estallar como un pétalo arrastrado por el tallo del géiser.
Cinco dedos tamborileando a ritmo de jazz.
Ninguna palabra. Nada que verbalice la fuga. Nada que pigmente la desolación. Un silencio aferrado al vacío multicolor de los tentáculos.
Una mano a la que salvaría la delicadeza de una caricia y, sin embargo, se demora, alineando sobre la mesa, como reblandecidos perdigones, varias bayas de enebro.
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