El director del colegio hace venir al maestro y lo acusa de haber abusado de uno de sus alumnos. Dice que no sabe qué decir, pero que el traslado del maestro a otro pueblo resulta inevitable. Que probablemente, sin embargo, el maestro tendrá que renunciar incluso a su profesión. Que, en cualquier caso, él tendrá que informar al director de la zona y todo el asunto tendrá consecuencias aún más graves que las que acaba de mencionar. El maestro no trata de justificarse y dice sólo que no ha abusado del alumno, y que ni se le hubiera ocurrido la idea de realizar actos como los que el director describe sin cesar con todo detalle. Sin embargo, aunque el maestro se defienda, no le sirve de nada. Queda suspendido inmediatamente en sus funciones, le dice el director, que deja que se vaya sin darle la mano como solía hacer siempre. Como el maestro no se siente culpable de nada, piensa que, con el tiempo, se demostrará su inocencia y que, sencillamente, aprovechará la suspensión para tomarse unas vacaciones. Que el rumor ni siquiera saldrá del colegio. Pero se equivoca. El rumor se extiende con la velocidad del viento, y hasta el periódico local de la ciudad lo recoge. Dice que un hombre como el maestro tendría que ser puesto a buen recaudo. Que ninguna pena sería demasiado severa para él. Que hay que proteger de él a la juventud, y especialmente a los niños, por todos los medios. Como el maestro está recién casado, el asunto le resulta doblemente desagradable. Su mujer no le cree y lo abandona al enterarse de la acusación. Sólo cuatro días después de ser suspendido, el maestro recibe ya una citación para comparecer ante la audiencia territorial. Nadie sabe qué hace antes del juicio, pero en cualquier caso deja de mostrarse en público. Entretanto, nadie ignora ya su historia. La dueña de su casa le exige que se vaya y le devuelve el alquiler pagado por anticipado. Un día antes del juicio encuentran su cadáver en un río que va crecido, a diecisiete kilómetros del lugar de su residencia. Según se averigua, no se ha suicidado en absoluto, sino que se ha caído accidentalmente al río y se ha ahogado. Entonces el colegial se presenta y dice que toda la historia es falsa y que se la inventó para vengarse del joven maestro.
THOMAS BERNHARD, Acontecimientos y relatos, Alianza, Madrid, 1997, pp. 57-58.
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