PASO DE PEATONES
Soplo helado en los ojos y soles que danzan
en el caleidoscopio de las lágrimas cuando cruzo
la calle que tanto me ha seguido, la calle
donde el verano groenlandés ilumina los charcos.
En torno a mí hierve toda la fuerza de la calle
que nada recuerda y nada quiere.
Muy por debajo del tráfico, en la tierra espera
el bosque no nacido, inmóvil por mil años.
Se me antoja que la calle me ve.
Tan sombría es su mirada que el sol mismo
se hace un ovillo gris en un espacio negro.
¡Pero ahora yo brillo! La calle me ve.
TOMAS TRANSTRÖMER, Para vivos y muertos, Hiperión, Madrid, 1992, página 113.
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