EL SALVAJE
A Ramón, que sabe qué fue del dragón y de la espada.
El día había sido intenso: asaltó el campamento enemigo, y a pesar de que el balazo en el hombro le ardía como una moneda candente, cumplió con éxito la misión que sus superiores le encomendaran. Aquella misma mañana fue condecorado por su valor. A media tarde lanzó un conjuro a la vecina del quinto transformándola en un horrible gusarapo. Luego, ya atardeciendo, inventó el fuego en el zaguán, luchó con las panteras que duermen en la espesura del parque y ahuyentó peligrosas aves. Ya de regreso a casa, volvió a descubrir la familiar caricia del agua y la sombra que inverna en el espejo le habló de la noche y de los seres que guardaría su sueño.
Oscurecía cuando el niño, agotado, se acurrucó bajo las mantas.
Oscurecía cuando el niño, agotado, se acurrucó bajo las mantas.
JUAN GRACIA ARMENDÁRIZ, Noticias de la frontera, Libertarias, Madrid, 1994, p. 61.
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