De niño le gustaba conducir por la izquierda con su coche de juguete en el pasillo de su casa. Al cumplir la edad sacó fácilmente el carné de conducir pero enseguida se mató en un accidente. La policía y la prensa lo calificaron de piloto suicida puesto que circulaba en sentido contrario. Los padres lo negaron. "Sólo era un chiquillo", dijeron.
JUAN PEDRO APARICIO, El juego del diábolo, Páginas de Espuma, Madrid, 2008.
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