PROPOSICIONES
La mujer de luto recibe las sentidas condolencias, dejando que las lágrimas le descompongan el sobrio maquillaje de circunstancias, y permanece en su silla hasta que todos abandonan la sala. Entonces se levanta, seca sus lágrimas, se pinta con cuidado los labios y antes de irse se inclina sobre el féretro por última vez. Una mano le acaricia la nuca, en un gesto comprensivo.
JUAN ARMANDO EPPLE, Con tinta sangre, Thule, Barcelona, 2004, p. 62.
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