jueves, 20 de octubre de 2011

OBEDIENCIA, Laura Nicastro



OBEDIENCIA

   La madre de los tres hermanos jamás sonreía y era severísima.
   Cuando ellos solían intercambiar bromas y sus risas se prolongaban más de la cuenta, los amonestaba.
   —¡Juicio, niños, juicio! ¡Hagan sus tareas!
   Y casi sin separar los labios, insistía:
   —¡Juicio!—porque siempre había uno que era el último en obedecer.
   Han pasado los años y los tres hermanos son adulto. Los dos menores—delincuentes—están presos.
   El primogénito es juez.


LAURA NICASTRO, E-nanos, Macedonia, Morón, 2010, página 49.