EL HOMBRE LOBO
miércoles, 30 de noviembre de 2011
EL HOMBRE LOBO, René Avilés Fabila & Le Brun
EL HOMBRE LOBO
Damas y caballeros: están a punto de presenciar una de las más asombrosas metamorfosis: este terrible y feroz lobo, de aspecto innoble y aterrador, mediante efectos especiales que hemos conseguido llevar a cabo (en unos minutos parecerá que estamos en plena noche de luna), se transformará en un lastimoso e indefenso ser humano.
RENÉ AVILÉS FABILA
Grandes minicuentos fantásticos, Alfaguara, Madrid, 2004, p. 131.
martes, 29 de noviembre de 2011
LA CUCARACHA SOÑADORA, Augusto Monterroso
LA CUCARACHA SOÑADORA
Érase una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
AUGUSTO MONTERROSO, La oveja negra y demás fábulas, Seix Barral, Barcelona, 1981 (1969), p. 49.
Ilustración: Claudio Goldini
lunes, 28 de noviembre de 2011
SOBRE EL DINOSAURIO
"Recuerdo que una noche, ya casi de madrugada, llegó José (Durand) y al
entrar al departamento hizo mucho ruido para que yo, que dormía casi a
la entrada, me despertara y él pudiera ponerse a platicar conmigo, yo ya
conocía esa táctica. Como era natural, desperté de mi sueño y Durand se
sentó a los pies de mi cama, y sin mucho preámbulo se puso a contarme
sus tragedias amorosas, yo lo escuché un rato y luego me volví a dormir,
pero él siguió hablando y se quedó en el mismo lugar, tal vez se durmió
sentado parte de la noche, pero el caso es que cuando desperté él
seguía allí. Me quedé un poco sorprendido y fastidiado. Ya durante el
día llegó Ernesto (Mejía Sánchez) y le platiqué lo que me había pasado
con Durand, a quien él había puesto el sobrenombre de Grande por su
estatura. Ernesto dijo: 'Cuando despertó, todavía estaba Grande ahí';
luego llegó Tito, escuchó la historia y escribió el cuento que todos
conocemos".
JAVIER PERUCHO, Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México, Ficticia, México, 2009, p. 86.
Labels: AUGUSTO MONTERROSO, JAVIER PERUCHO, NARRATIVA
domingo, 27 de noviembre de 2011
[MI ÁNGEL DE LA GUARDA...], Charles Simic
Mi ángel de la guarda tiene miedo a la oscuridad. Finge que no, me hace ir delante, me dice que en un momento estará conmigo. Casi enseguida no puedo ver nada. «Éste debe de ser el rincón más oscuro del cielo», alguien me susurra a la espalda. Resulta que el ángel de la guarda de ella también ha fallado. «Es un atropello», le digo a ella. «El asqueroso cobardica nos ha dejado solos», susurra ella. Y por supuesto, por lo que sabemos, yo podría tener ya cien años, y ella ser sólo una chiquilla con gafas que tiene sueño.
CHARLES SIMIC, El mundo no se acaba y otros poemas, DVD, Barcelona, 1999,p. 57.
ESCULTURA: MARTÍN BONILLA
Labels: CHARLES SIMIC, POESÍA
sábado, 26 de noviembre de 2011
UN MUNDO PROPIO, Flavia Company
UN MUNDO PROPIO
No puedo esulgarlo. Es más cuerzote que yo. Pero bueno, al fin y al cabo, me consta que no soy el fúnico. Lo que pasa es que yo lo filgo y otros no, porque les da margonza. Cojo el totón —el mío— con una mano y lo voy bamborneando hasta que se pone targo. Este momento es el más alsime, hasta tal punto que me sateo y empiezo a dongumar como cuando me lo bamborneaba Camila —¡qué sontos aquellos!—. Bueno, luego me rongo en la mesa más próxima y así, de pie, aparmo la punta del totón con la otra mano, mientras que a la primera, la que he arsado antes, la pongo a mangusear suavemente arriba y abajo, a ritmo de tonga. ¡Aldarios del Mátil! Nadie puede decotar el soldón que me parusta. Es como un talotán, como un morsón, como un crildavo. Increíble. A continuación, cuando ya no sordomo más, hago que la primera mano mangusee más deprisa, con más carza. Cierro los mejos muy fuerte y me concentro nicomente en el totón, que está más targo que nunca. Y entonces, antes de golarme, me acuerdo de Camila y renjo que estará tordando lo mismo. Y luego me golo hasta la última loya, me lo guardo con cuidado y espero lagamente a que me vuelvan las carzas, para poder repetir. Y así cada día desde hace salinientos ongos. Y en cualquier sitio: en la ralle, en el forcato, en la anandería... Por eso me han porsucado entre estas cuatro paredes. Pero a mí me da lo tusco. Yo, a lo míó. Al fin y al cabo, me han dejado las manos y el totón, que es lo que omburta.
DIAGNÓSTICO: Glosolalia (Enfermedad que afecta al lenguaje, consistente en que el enfermo crea palabras y las dota de significación).
viernes, 25 de noviembre de 2011
SUEÑO DE MARIPOSA, Juan Romagnoli
SUEÑO DE MARIPOSA
Chuang-Tzú, con la picardía propia de un anciano sabio, sonríe cada vez que sus discípulos lo consultan sobre el significado de su famoso e insoluble sueño con la mariposa. Él sabe que, en este mundo ilusorio, la aparente paradoja no es tal, pero prefiere que ellos reflexionen por sí mismos sobre el asunto. Esa sonrisa es, además, un modo de despedirse: su edad es avanzada, y bien sabe que de un momento a otro la mariposa despertará.
Ilustración: Teresa López Western
jueves, 24 de noviembre de 2011
[LOS GRILLOS...], Suzuki Masajo & Alejandro Espinosa
Los grillos...
Aunque tengo los ojos abiertos
sólo hay oscuridad, oscuridad...
SUZUKI MASAJO
SUZUKI MASAJO, KAMEGAYA CHIE, NISHIGUCHI SACHIKO, 70 haikus y senryûs de mujer, Hiperión, Madrid, 2011.
Ilustración: ALEJANDRO ESPINOSA
miércoles, 23 de noviembre de 2011
SIN NOMBRE, Juan Ramón Jiménez
SIN NOMBRE
Me gusta pensar en ti sin nombre ni apellido. Mujer sólo, como la nube es la nube.
Corriendo tú en el aire azul, con tu cabello rubio ondeando sobre tu carne blanca y violeta; junto al agua, bajo los pájaros verdes.
Mujer sólo, sin señas del ahora, como la rosa es la rosa.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Cuentos de antolojía, Clan Editorial, Madrid, 1999, página 192.
martes, 22 de noviembre de 2011
CLEOPATRA EN LA SECCIÓN DE BAÑO DE EL CORTE INGLÉS, Almudena Guzmán
CLEOPATRA EN LA SECCIÓN DE BAÑO DE EL CORTE INGLÉS
Todos los veranos la misma historia.
La luz áspera del probador,
el biquini sobre la braga.
los pelos en las piernas.
Estás hecha un cuadro.
De Munch.
ALMUDENA GUZMÁN, Zonas comunes, Visor, Madrid, 2011, página 72.
Labels: ALMUDENA GUZMÁN, POEMA EN PROSA
lunes, 21 de noviembre de 2011
ARGUMENTUN KAFKIANUM, Lucho Zúñiga
ARGUMENTUN KAFKIANUM
Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en Dios. Empezó a crear universos; dentro de uno de ellos, un planeta en el que nació la humanidad, y por consiguiente, un escritor llamado Franz Kafka, el cual escribió —por inspiración divina— una historia donde un tal Gregorio Samsa se despertó convertido en insecto. ¿Cuál fue la intención de dios al tergiversar así su propia historia? Algunos teólogos afirman que demostrar la esencia divina de todas las criaturas, pues en los reinos superiores da igual decir Dios, mosca, hombre, o flor. otros dicen que a Dios le gustan las paradojas, pues él mismo habría nacido de una.
LUCHO ZÚÑIGA, Cuatro páginas en blanco, Lima, Paracaídas editores, 2011. pág.47.
domingo, 20 de noviembre de 2011
[ULISES SELFA...], Pablo Albo
Ulises Selfa. Jugador del Hércules Club de Fútbol en la temporada 85-86. Ese era el único cromo que le faltaba. Tenía todos los demás de ese álbum. Tenía veinte álbumes de cromos completos de veinte temporadas consecutivas. Solo le faltaba Ulises Selfa, delantero centro, máximo goleador del campeonato en su año. Solo uno.
Y mira que lo había buscado. En el kiosco, en el rastro, en corrillos, en anticuarios. Pero aquel último cromo parecía habérselo tragado la tierra. Para algo había hecho la editorial solo un cromo del jugador, para que hubiera que buscarlo.
Pasaba las tardes de su jubilación escudriñando el mundo, buscando el cromo.
El cromo único, solo ese le faltaba, en algún sitio tenía que estar.
—Tranquilo, cariño, lo encontrarás —le consolaba su mujer a menudo mientras valoraba si era ya el momento de entregárselo o todavía era mejor regalo su ausencia.
Y mira que lo había buscado. En el kiosco, en el rastro, en corrillos, en anticuarios. Pero aquel último cromo parecía habérselo tragado la tierra. Para algo había hecho la editorial solo un cromo del jugador, para que hubiera que buscarlo.
Pasaba las tardes de su jubilación escudriñando el mundo, buscando el cromo.
El cromo único, solo ese le faltaba, en algún sitio tenía que estar.
—Tranquilo, cariño, lo encontrarás —le consolaba su mujer a menudo mientras valoraba si era ya el momento de entregárselo o todavía era mejor regalo su ausencia.
PABLO ALBO
PAULA CARBALLEIRA, PABLO AMO, PEP BRUNO, PEPE MAESTRO & FÉLIX ALBO, 101 pulgas, Palabras del candil, Guadalajara, 2011, página 41.
sábado, 19 de noviembre de 2011
EL ARTE DE LAS TRANSFORMACIONES, Ana María Shua
EL ARTE DE LAS TRANSFORMACIONES
Creí dominar el arte de las transformaciones, pero no era más que un aprendiz de brujo. Un pequeño error, un gesto equivocado en el momento del conjuro y heme aquí, cuesta abajo en la rodada, hoy pato, mañana cucharita, montaña, arveja, premolar o polvo edulcorante. Y ahora, precisamente ahora cuando por fin he logrado controlar tanta locura, reducirla a la ínfima sutileza de un cambio de opinión, ahora es cuando se quejan, absurdos, mis votantes.
viernes, 18 de noviembre de 2011
EL MAGO, Pablo Sorrentino
EL MAGO
Para mi cumpleaños, mamá me preguntó si quería que viniera un payaso o un mago. Los payasos me parecen estúpidos, de manera que elegí el mago.
Éste resultó ser un hombre flaco y pálido, pero con unos cuantos detalles negros: el cabello, el bigotito, el esmoquin, el moñito y su valija maravillosa. Saludó con ademán anticuado y gentil, y los chicos empezamos a gritar:
—¡El mago, el mago, el mago, el mago!
El mago sonrió, complacido, y realizó diversas pruebas —que yo ya había visto en otros magos—, tales como, por ejemplo, multiplicar un solo pañuelo en siete u ocho, o extraer de una galera negra una paloma blanca. También, con los naipes que se usan en las películas del Lejano Oeste, hizo una cantidad de trucos que no logré entender.
—Este prestidigitador es muy bueno —dijo papá en voz baja.
El mago, no sé cómo, lo oyó:
—Le agradezco su opinión —contestó—. Pero yo no soy un prestidigitador sino un mago.
—Bueno —replicó papá, con su habitual suficiencia—. Digamos que es un mago, no un prestidigitador.
—Veo que usted no me toma en serio. Para que se convenza, voy a convertirlo a usted en algún animal. ¿Cuál prefiere?
Papá lanzó una risotada que casi nos deja sordos, con una boca muy grande, como si fuera un hipopótamo. Pareció leer mi pensamiento porque, justamente, dijo:
—Ya que me da a elegir, conviértame en un hipopótamo. Y a los demás, en los animales que más le gusten.
El mago hizo una breve morisqueta y movió los dedos y los brazos, y papá se convirtió en un hipopótamo: en sus ojos globosos perduró unos instantes una chispita de terror.
—Este hipopótamo se ocupa todo el departamento —dijo el mago, con reprobación—. Será mejor que siga con animales más chicos.
En seguida convirtió a mamá en un tucán, aprovechando, creo, que era medio narigueta. Después transformó a mi abuela en una tortuga. Con mis tías solteronas se lució: creó una lechuza, un quirquincho y una foca, todo dentro del estilo de cada una. A la casada, que era autoritaria, la convirtió en araña, y al sometido del cónyuge, en mosca.
Se mostró dulce con los chicos: fue convirtiéndolos en animales lindos y simpáticos: conejitos, ardillas, canarios. Pero a Gabriel, que era de cara ancha y con granos, lo transformó en sapo. A la bebita Lucila, de sólo dos meses, le dio el ser de un colibrí.
Cuando solamente quedé yo sin convertir, el mago me puso una mano en el hombro y me dijo:
—Vos tendrás que encargarte del cuidado de estos animales. Aunque la araña y la mosca, y algunos otros, van a arreglarse solos.
Guardó todo en su valija maravillosa, y se marchó.
Durante cuatro días intenté cuidarlos y alimentarlos, pero pronto me di cuenta de que esa labor me significaba un esfuerzo descomunal. Entonces llamé por teléfono al Jardín Zoológico; su propio director me agradeció y aceptó la donación.
Al principio, yo iba a visitar a mi familia y a mis amigos diariamente, después una vez por semana y, ahora, la verdad es que no voy casi nunca.
Éste resultó ser un hombre flaco y pálido, pero con unos cuantos detalles negros: el cabello, el bigotito, el esmoquin, el moñito y su valija maravillosa. Saludó con ademán anticuado y gentil, y los chicos empezamos a gritar:
—¡El mago, el mago, el mago, el mago!
El mago sonrió, complacido, y realizó diversas pruebas —que yo ya había visto en otros magos—, tales como, por ejemplo, multiplicar un solo pañuelo en siete u ocho, o extraer de una galera negra una paloma blanca. También, con los naipes que se usan en las películas del Lejano Oeste, hizo una cantidad de trucos que no logré entender.
—Este prestidigitador es muy bueno —dijo papá en voz baja.
El mago, no sé cómo, lo oyó:
—Le agradezco su opinión —contestó—. Pero yo no soy un prestidigitador sino un mago.
—Bueno —replicó papá, con su habitual suficiencia—. Digamos que es un mago, no un prestidigitador.
—Veo que usted no me toma en serio. Para que se convenza, voy a convertirlo a usted en algún animal. ¿Cuál prefiere?
Papá lanzó una risotada que casi nos deja sordos, con una boca muy grande, como si fuera un hipopótamo. Pareció leer mi pensamiento porque, justamente, dijo:
—Ya que me da a elegir, conviértame en un hipopótamo. Y a los demás, en los animales que más le gusten.
El mago hizo una breve morisqueta y movió los dedos y los brazos, y papá se convirtió en un hipopótamo: en sus ojos globosos perduró unos instantes una chispita de terror.
—Este hipopótamo se ocupa todo el departamento —dijo el mago, con reprobación—. Será mejor que siga con animales más chicos.
En seguida convirtió a mamá en un tucán, aprovechando, creo, que era medio narigueta. Después transformó a mi abuela en una tortuga. Con mis tías solteronas se lució: creó una lechuza, un quirquincho y una foca, todo dentro del estilo de cada una. A la casada, que era autoritaria, la convirtió en araña, y al sometido del cónyuge, en mosca.
Se mostró dulce con los chicos: fue convirtiéndolos en animales lindos y simpáticos: conejitos, ardillas, canarios. Pero a Gabriel, que era de cara ancha y con granos, lo transformó en sapo. A la bebita Lucila, de sólo dos meses, le dio el ser de un colibrí.
Cuando solamente quedé yo sin convertir, el mago me puso una mano en el hombro y me dijo:
—Vos tendrás que encargarte del cuidado de estos animales. Aunque la araña y la mosca, y algunos otros, van a arreglarse solos.
Guardó todo en su valija maravillosa, y se marchó.
Durante cuatro días intenté cuidarlos y alimentarlos, pero pronto me di cuenta de que esa labor me significaba un esfuerzo descomunal. Entonces llamé por teléfono al Jardín Zoológico; su propio director me agradeció y aceptó la donación.
Al principio, yo iba a visitar a mi familia y a mis amigos diariamente, después una vez por semana y, ahora, la verdad es que no voy casi nunca.
Cuentos de magia, Páginas de Espuma, Madrid, pp. 15-17.
jueves, 17 de noviembre de 2011
JOVEN Y POBRE, Lydia Davis
JOVEN Y POBRE
Me gusta trabajar cerca del bebé, aquí en mi escritorio, a la luz del flexo, mientras el bebé duerme.
Como si volviera a ser joven y pobre, iba a decir.
Pero es que lo sigo siendo.
Como si volviera a ser joven y pobre, iba a decir.
Pero es que lo sigo siendo.
LYDIA DAVIS, Cuentos completos, Seix Barral, Barcelona, 2011, página 228.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
GANAS DE TENER UN PUÑAL, Robert Walser
GANAS DE TENER UN PUÑAL
Dos jóvenes —dos genuinos jóvenes de hoy en día llamados Oskar y Emma— se amaban. Su amor era profundo, nadie lo dudaba menos ni creía más en él que ellos mismos, y hasta aquí todo hubiera sido muy bonito de no ser porque les faltaba algo, y ahora mismo diremos qué ocurrió con ese algo tan especial y singular que les faltaba. Pese al afán y ojo avizor que pusieron en su búsqueda, no encontraron a nadie que les pusiera trabas. Tenían, por así decirlo, permiso para amarse, besarse, besuquearse y explorarse tanto como les viniera en gana. He ahí precisamente el inconveniente: cada vez les apetecía menos disfrutar. Si alguien se hubiera interpuesto prohibiéndoles actuar, habrían disfrutado cada vez más. Buenos y excelentes, ambos cayeron enfermos de una sobreabundancia de libertad y lamentaron, puede decirse, la falta de impedimento. Pues hay que saber que aspiraban a la novela italiana, en donde se nos habla, como todo el mundo sabe, de amantes que se quieren con tanto ardor, fervor y pasión porque lo tienen prohibido. Y no es que tuvieran unos padres muy rígidos o desalmados. También les faltaba el típico canalla que espía y parpadea detrás de oscuros matorrales. Sí, lo que les faltaba era el canalla, el enemigo tan receloso del amor. Cayeron en la cuenta y se preocuparon profundamente. Oh, tú, modernidad rectangular y sin alcohol, mezquino siglo de la aviación y de la vuelta al mundo, ya ves cuánto sufren los enamorados sedientos de aventura. El amor de Oskar y Emma se fue apagando con el tiempo; ¿y por qué? Sí, por falta de peligro. No había nadie que lo amenazara o combatiera, y así se relajaron ellos en su actividad. Cuando se autoriza una actividad a ciegas y sin el menor inconveniente, empieza siendo aburrida y acaba por decaer. He ahí un gran problema del tiempo en el que estamos condenados a vivir: que todo está permitido. Cuando está tan descaradamente permitido que los enamorados se abracen sin que uno de ellos tenga que mirar o girarse preso de la zozobra para ver si hay moros en la costa, entonces no hay novela italiana que valga. Oskar y Emma pretendían hacer una novela, pero no llegó a buen puerto y cayó en pedazos. El estilo pierde. Pretender conseguir una novela cuando falta el peligro es empezar mal. El peligro son las venas de una novela; los obstáculos, su vida. Y ya no quedan más obstáculos en este mundo sin orgullo ni principios, incapaz de prejuicio noble alguno. Incluso los niños pueden llegar cuando quieren, antes y después de la sagrada unión. Oskar y Emma lo sabían y veían cómo una angustia se adueñaba de su corazón. Sus padres eran gente sin prejuicios, ¡qué calamidad! No hay novela posible sin prejuicios. Las novelas crecen sólo en el terreno agreste y delicioso de las convenciones. Una historia de amor no existe si hay alguien a quien todo le resulta indiferente y no hay nadie a quien nada le resulte indiferente. En la antigua novela italiana a nadie le resulta nada indiferente, y es por eso, precisamente por eso, por lo que Oskar y Emma hubieran querido morirse. Pero morir no es tan fácil si no se saca un puñal. Por poco se mueren de las ganas de tener un puñal.
ROBERT WALSER, Historias de amor, Siruela, Madrid, 2010.
martes, 15 de noviembre de 2011
INTIMIDAD, Juan Romagnoli
INTIMIDAD
Quienes no saben que toco el oboe me consideran un solitario. Quienes sí lo saben, ignoran cuán solitario soy. A mí me tiene sin cuidado lo que piensen los demás.
Cuando toco el oboe me siento acompañado. Por las mañanas practico escalas, hago ejercicios. Por las tardes ensayo las partituras. Mis dedos recorren el ébano femenino, acarician las llaves, se demoran en cada nota. Mis labios oprimen ligeramente la caña, el aire penetra con fuerza las vías respiratorias. Las notas se acumulan, las melodías se suceden. Empiezo a sentir que mis dedos se alejan, se alejan. La música, entonces, se independiza de mi cuerpo y regresa limpia para invadirme todo el ser.
Si para entonces (como suele suceder) alguien llama a la puerta, no lo oigo, o finjo no oír. Ella es vergonzosa y no desea ser vista en mis brazos.
Cuando toco el oboe me siento acompañado. Por las mañanas practico escalas, hago ejercicios. Por las tardes ensayo las partituras. Mis dedos recorren el ébano femenino, acarician las llaves, se demoran en cada nota. Mis labios oprimen ligeramente la caña, el aire penetra con fuerza las vías respiratorias. Las notas se acumulan, las melodías se suceden. Empiezo a sentir que mis dedos se alejan, se alejan. La música, entonces, se independiza de mi cuerpo y regresa limpia para invadirme todo el ser.
Si para entonces (como suele suceder) alguien llama a la puerta, no lo oigo, o finjo no oír. Ella es vergonzosa y no desea ser vista en mis brazos.
lunes, 14 de noviembre de 2011
EL VASO VACÍO, Guillermo Samperio
EL VASO VACÍO
El vaso está lleno de agujeros. El vacío es el basurero de la nada. El vacío es tu ausencia negra. El vacío se mete en mi alma, la taladra, la trepana, la deja sin aliento. El vacío está plagado de «noes» y de ausencia de «síes». Ante el espejo, la imagen del vacío está angustiada. Tu ausencia es como si ahuecaran mi casa. Por el hueco que trato de mirarte sólo miro unas sábanas traslúcidas, vaporosas, que se desintegran. Mi corazón está pleno de oquedades. Frente a tu vacío tengo en la mano los dedos invisibles. Levanto el vaso y no hay agua ni cristal ni mano.
Guillermo Samperio
FRANCISCA NOGUEROL, Escritos disconformes. Nuevos modelos de lectura, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2004, pp. 393-394.
domingo, 13 de noviembre de 2011
LOS FANTASMAS Y YO, René Avilés Fabila
LOS FANTASMAS Y YO
Siempre estuve acosado por el temor a los fantasmas, hasta que distraídamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes.
RENÉ AVILÉS FABILA, Fantasías en carrusel, 1969-1994, FCE, México, 1978, p. 97.
sábado, 12 de noviembre de 2011
ACTRIZ, José de la Colina
ACTRIZ
Nuestro director escénico pidió a la novel actriz una prueba de sus capacidades y ella recitó las tablas de multiplicar del 6, del 7 y el ocho, y antes de que llegara a la del 9 ya estábamos ardiendo de excitación erótica por todo lo que su voz y su gesto ponían en nuestra imaginación, así que fue inmediatamente contratada para el papel y de este modo comenzó su triunfal carrera en los escenarios, el cine, la televisión: en el mundo.
JOSÉ DE LA COLINA, Álbum de Lilith, México, Daga, 2000, p. 25.
viernes, 11 de noviembre de 2011
[LA MEDIA LUNA...], Ramón Gómez de la Serna & Cande
La media luna mete la noche entre paréntesis.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Lunario de greguerías, Pre-Textos, Valencia, página 48.
FOTOS: Cande
jueves, 10 de noviembre de 2011
MARIQUITA DOMINÓ, Ops
MARIQUITA DOMINÓ
Coleóptero prudente y resignado.
Tiene el caparazón manchado de puntos oscuros.
Hiberna en cajas de madera, donde se reúne
con otros individuos de su misma especie
siguiendo todas las combinaciones posibles,
desde el doble cero al doble seis.
Odia trabajar.
OPS, Bestiario, Alfaguara, Madrid, 1989.
Labels: OPS, TESOROS OCULTOS
miércoles, 9 de noviembre de 2011
FINANZAS, Lydia Davis
FINANZAS
Si se ponen a sumar y restar para ver si su relación es equitativa, la cosa no funciona. Él, por su parte, aporta 50.000 dólares, dice ella. No, 70.000, dice él. Qué más da, dice ella. A mi si que me da, dice el. Lo que ella aporta es un niño medio criado. ¿Eso se considera un activo o un pasivo? ¿Se supone que tiene que estarle agradecida? Puede estarle agradecida, pero no sentirse en deuda, como si le debiera algo. Tiene que haber una sensación de igualdad. Me encanta estar contigo, dice ella, y a ti te encanta estar conmigo. Te estoy agradecida por mantenernos y ya sé que mi hijo a veces te resulta un incordio, aunque digas que es buen chico. Pero no sé cómo calcularlo. Si yo aporto todo lo que tengo y tú aportas todo lo que tienes, ¿no es eso una forma de igualdad? No,dice él.
LYDIA DAVIS, Cuentos completos, Seix Barral, Barcelona, 2011, página 178.
martes, 8 de noviembre de 2011
TEMOR, Juan Romagnoli
TEMOR
Es en el mundo de los sueños donde más amigos tengo. Algunos son muy traviesos. Los he comprometido a todos a ser puntuales y, no bien me duermo, paso lista. Me asusta pensar cuál sería mi suerte si alguno de ellos despertara antes que yo.
JUAN ROMAGNOLI, Universos ínfimos, Tres fronteras, Murcia, 2009, p. 45.
La llave de los sueños: René Magritte
lunes, 7 de noviembre de 2011
BIBLIOFILIA, Manuel Villena
BIBLIOFILIA
A Paqui Noguerol
Cuando recibí la notificación de la editorial, me sentí dichoso.
Aceptaban, por fin, mi incorporación ante el fallecimiento de un suscriptor. Pensé, con lástima, en los facsímiles perdidos (Yo que mataría por Tam tam de Tomás Borrás), pero en cuanto tuve en mis manos los Caligramas de Apollinaire, el éxtasis ayudó al olvido. Inhalé el perfume que desprendía el cuero, antes de abrir el libro al azar: Il pleut.
Acaricié con delectación el papel verjurado. Posé, inocentemente, mi dedo sobre las líneas oblicuas. Fue entonces cuando se desató la tormenta.
Aceptaban, por fin, mi incorporación ante el fallecimiento de un suscriptor. Pensé, con lástima, en los facsímiles perdidos (Yo que mataría por Tam tam de Tomás Borrás), pero en cuanto tuve en mis manos los Caligramas de Apollinaire, el éxtasis ayudó al olvido. Inhalé el perfume que desprendía el cuero, antes de abrir el libro al azar: Il pleut.
Acaricié con delectación el papel verjurado. Posé, inocentemente, mi dedo sobre las líneas oblicuas. Fue entonces cuando se desató la tormenta.
He dejado el tomo sobre el escritorio mojado. Huele a gas; a pólvora. Iluminan el cielo los destellos. Hay barro en las trincheras. Ya siento los escalofríos.
Tengo miedo.
Tengo miedo.
MANUEL VILLENA
domingo, 6 de noviembre de 2011
[LA PIEDRA ES UN ESPEJO...], Charles Smic
La piedra es un espejo que funciona mal. Sólo hay en
ella penumbra. Tu penumbra o su penumbra, ¿quién puede
decirlo? En el silencio tu corazón suena como un grillo negro.
CHARLES SIMIC, El mundo no se acaba y otros poemas, DVD, Barcelona, 1999, p. 35.
GRABADO: Julio Martín
Labels: CHARLES SIMIC, POESÍA
sábado, 5 de noviembre de 2011
EL MÓVIL, Juan José Millás
EL MÓVIL
El tipo que desayunaba a mi lado, en el bar, olvidó un teléfono móvil debajo de la barra. Corrí tras él, pero cuando alcancé la calle había desaparecido. Di un par de vueltas con el aparato en la mano por los alrededores y finalmente lo guardé en el bolsillo y me metí en el autobús. A la altura de la calle Cartagena comenzó a sonar. por mi gusto no habría descolgado, pero la gente me miraba, así que lo saqué con naturalidad y atendí la llamada. Una voz de mujer, al otro lado, preguntó: "¿Dónde estás?". "En el autobús", dije. "¿En el autobús? ¿Y qué haces en el autobús?". "Voy a la oficina". La mujer se echó a llorar, como si le hubiera dicho algo horrible y colgó. Guardé el aparato en el bolsillo de la chaqueta y perdí la mirada en el vacío. A la altura de María de Molina con Velázquez volvió a sonar. Era de nuevo la mujer. Aún lloraba. "Seguirás en el autobús, ¿no?", dijo con voz incrédula. "Sí", respondí. Imaginé que hablaba desde una cama con las sábanas negras, de seda, y que ella vestía un camisón blanco, con encajes. Al enjugarse las lágrimas se le deslizó el tirante del hombro derecho, y yo me excité mucho sin que nadie se diera cuenta. Una mujer tosió a mi lado. "¿Con quién estás?", preguntó angustiada. "Con nadie", dije. "¿Y esa tos?". "Es de una pasajera del autobús". Tras unos segundos añadió con voz firma: "Me voy a suicidar; si no me das alguna esperanza me mato ahora mismo". Miré a mi alrededor; todo el mundo estaba pendiente de mí, así que no sabía qué hacer. "Te quiero", dije, y colgué. Dos calles más allá sonó otra vez: "¿Eres tú el imbécil que anda jugando con mi móvil?", preguntó una voz masculina. "Sí", dije tragando saliva. "¿Me lo vas a devolver?" "No", respondí. Al poco lo dejaron sin línea, pero yo lo llevo siempre en el bolsillo por si ella volviera a telefonear.
JUAN JOSÉ MILLÁS, Cuentos de adúlteros desorientados, Lumen, Barcelona, 2003, pp. 37-38.
viernes, 4 de noviembre de 2011
UNA CARRERA, Andrés Neuman
UNA CARRERA
Es un día de sol y mi madre ha vuelto. De no se sabe dónde, no se sabe cómo. Circula un aire de primavera adelantada. Ella tiene puesto un camisón, se diría que nuevo. Caminamos de la mano y conversamos. Su voz suena un tanto temblorosa, como si acabara de reponerse de un susto. Todo parece reflejado en un agua tranquila pero con rastros de ondas anteriores, de piedras que cayeron. Mi madre ha dejado de fumar y, según me explica, respira mucho mejor. Respira dejando que el viento entre y salga de ella. Respira tan bien, de pronto, que aceleramos el paso. Aceleramos riéndonos, hasta que se hace difícil seguir tomados de la mano. Estás ágil, le digo. Mi madre asiente, concentrada en su esfuerzo por correr cada vez más. Nos soltamos. A mí me alegra verla así de recuperada con su pelo ondulante, su camisón izado. Pero ella es demasiado rápida.
jueves, 3 de noviembre de 2011
EL MILAGRO DE LAS NUECES, Alessandro Manzoni
EL MILAGRO DE LAS NUECES
En aquel convento, había un padre, que era un santo, y que se llamaba el padre Macario. Un día de invierno, al pasar por un sendero, en un campo de un benefactor nuestro, hombre de bien también él, el padre Macario vio a este benefactor junto a un gran nogal, y vio a cuatro labradores, con las azadas en alto, se disponían a arrancar el árbol y dejar las raíces al sol.
—¿Qué hacen con ese pobre árbol? —preguntó el padre Macario.
—¡Ay!, padre, hace años que no quiere dar nueces; así que vamos a hacer leña de él.
—Déjenlo —ordenó el padre—. Este año dará más nueces que hojas.
Sabiendo quién era el que había dicho aquellas palabras, el benefactor ordenó a sus trabajadores que volvieran a cubrir las raíces con tierra. Luego llamó al padre, que se disponía a marcharse y le dijo:
—Padre Macario, la mitad de cosecha será para el convento.
Como no tardó en correr la voz de esta predicción, todos empezaron a ir a ver el nogal que, en efecto, en primavera dio flores y al llegar la estación debida dio abundantes nueces. El benefactor no llegó a estar presente para ver caer los frutos del árbol; porque, antes de la cosecha, fue a recibir el premio de su caridad. Pero el milagro fue mayor. Aquel buen hombre había dejado un hijo de naturaleza muy diferente. De modo que, tras la cosecha, cuando un religioso fue a recoger la mitad que le correspondía al convento, éste se hizo el desentendido y hasta osó responder que nunca había oído decir que los capuchinos supieran hacer nueces. ¿Qué ocurrió entonces? Un buen día (escuchen bien), aquel hijo invitó a unos amigos de la misma calaña, y, en medio del festín, se puso a contarles la historia del nogal, mientras se reía de los frailes. Los canallas de sus amigos sintieron ganas de ver la enorme montaña de nueces, y mientras les dice "miren", mira él también y ....¿qué ve? Un montón de hojas secas de nogal. ¿No es ésta una buena lección? En cuanto al convento, en vez de salir perjudicado, salió ganando; porque, después de un hecho tan extraordinario, la colecta de las nueces daba tanto, tanto, que otro benefactor, compadecido, donó un asno al convento para que la bestia ayudara a transportar las nueces. Y se producía tanto aceite, que todos los pobres venían por él; porque nosotros somos como el mar, que recibe agua de todas partes, y la redistribuye en todos los ríos.
—¿Qué hacen con ese pobre árbol? —preguntó el padre Macario.
—¡Ay!, padre, hace años que no quiere dar nueces; así que vamos a hacer leña de él.
—Déjenlo —ordenó el padre—. Este año dará más nueces que hojas.
Sabiendo quién era el que había dicho aquellas palabras, el benefactor ordenó a sus trabajadores que volvieran a cubrir las raíces con tierra. Luego llamó al padre, que se disponía a marcharse y le dijo:
—Padre Macario, la mitad de cosecha será para el convento.
Como no tardó en correr la voz de esta predicción, todos empezaron a ir a ver el nogal que, en efecto, en primavera dio flores y al llegar la estación debida dio abundantes nueces. El benefactor no llegó a estar presente para ver caer los frutos del árbol; porque, antes de la cosecha, fue a recibir el premio de su caridad. Pero el milagro fue mayor. Aquel buen hombre había dejado un hijo de naturaleza muy diferente. De modo que, tras la cosecha, cuando un religioso fue a recoger la mitad que le correspondía al convento, éste se hizo el desentendido y hasta osó responder que nunca había oído decir que los capuchinos supieran hacer nueces. ¿Qué ocurrió entonces? Un buen día (escuchen bien), aquel hijo invitó a unos amigos de la misma calaña, y, en medio del festín, se puso a contarles la historia del nogal, mientras se reía de los frailes. Los canallas de sus amigos sintieron ganas de ver la enorme montaña de nueces, y mientras les dice "miren", mira él también y ....¿qué ve? Un montón de hojas secas de nogal. ¿No es ésta una buena lección? En cuanto al convento, en vez de salir perjudicado, salió ganando; porque, después de un hecho tan extraordinario, la colecta de las nueces daba tanto, tanto, que otro benefactor, compadecido, donó un asno al convento para que la bestia ayudara a transportar las nueces. Y se producía tanto aceite, que todos los pobres venían por él; porque nosotros somos como el mar, que recibe agua de todas partes, y la redistribuye en todos los ríos.
ALESSANDRO MANZONI, Los novios
EDUARDO BERTI, Historias encontradas, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2009, pp. 59-60.
Labels: ALESSANDRO MANZONI, EDUARDO BERTI, NARRATIVA
miércoles, 2 de noviembre de 2011
[AHORA ESTÁ EL SOL BAJO...], Tomas Tranströmer & José Joaquín Moreno
Ahora está el sol bajo.
Nuestras sombras, gigantes.
Pronto, todo será sombra.
TOMAS TRANSTRÖMER, El cielo a medio hacer, Nórdica, Madrid, 2010, página 196.
Fotografía: José Joaquín Moreno
Labels: FOTOGRAFÍA, HAIKU, JOSÉ JOAQUÍN MORENO, POESÍA, TOMAS TRANSTRÖMER
martes, 1 de noviembre de 2011
EL MUERTO, José Hierro
EL MUERTO
Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo
que a mi madre llevara las flores:
yo querría poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo
que a mi madre llevara las flores:
yo querría poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
JOSÉ HIERRO, Antología poética, Alianza Editorial, Madrid, 1990, pp. 48-49.
Labels: JOSÉ HIERRO, POESÍA
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