El ajedrez y la
muerte: sigo con Borges y sus magias a través de estos Cuentos breves y extraordinarios.
En el volumen, una antología que había confeccionado en la década de los 50
mano a mano con Adolfo Bioy Casares, se recogen mil maravillas. Esta, «La
sombra de las jugadas», atribuida a Edwin Morgan, me deja una inexplicable
melancolía: «En uno de los cuentos que integran la serie de los Mabinogion, dos
reyes enemigos juegan al ajedrez mientras que en un valle cercano sus ejércitos
luchan destrozándose. Llegan mensajeros con noticias de la batalla; los reyes
no parecen escucharlos y reflexivos sobre el tablero de plata mueven las piezas
de oro. Gradualmente se va aclarando que las vicisitudes del combate son las
mismas que las del juego. Al anochecer, uno de los reyes derriba el tablero,
porque le han dado jaque mate, y poco después un jinete ensangrentado le
anuncia:
—Tus hombres huyen.
Has perdido el reino».
Leo esta fábula y
se me ocurre una pequeña variación. Sobre la mesa del Campa imagino que la simetría
que se establece entre la partida de ajedrez y la de la batalla tiene que ser
especular; quiero decir que solo refleja la aparente simetría de los espejos;
la izquierda se ve a la derecha, la palabra adán se refleja como nada. Calculo,
especulo, que todo esto tiene que tener un correlato en el azar, un correlato
incluso moral. Mientras se va aclarando que las vicisitudes del combate siguen las vicisitudes del
juego, mientras en la mente del rey se prefigura la última jugada que lo ha de
llevar a la victoria, y el otro derriba airado el tablero, un jinete
ensangrentado anuncia al vencedor:
—Tus hombres huyen.
Has perdido tu reino.
Estoy seguro de
que a Jorge Luis Borges y a Adolfo Bioy Casares ya se les debió ocurrir una
variación tan evidente. Imagino a Bioy, socarrón, diciéndole a Borges:
—Pero che, esa es
la moral del criado que aún cree en la existencia de cierta justicia poética.
¿No dicen que quien es afortunado en amores es desafortunado en el juego? Pues
eso, che, no tiene nada que ver con reyes venerables y sombras célticas.
XUAN BELLO, La nieve y otros complementos circunstanciales, Xordica, Zaragoza, 2012, pp. 54-55.
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