SOLO
Estoy desnudo y me entrego a mí mismo. Soy barco de papel, Marco Polo, Salgari, Sandocán, Luigi Motta, conquistador de mí y me sobran espejos.
El sol arriba me revienta la espalda, el torso se me duele, se me hace retrato y en la imaginación, anidando pinzones, me pongo en los museos.
Afloro un yo en mi pecho unido al otro yo del vello que me nace.
Los ojos entornados, la piedra pulida por las aguas, transparentes en los dedos y una gota resbala haciendo soledad lograda conmigo mismo.
Me rebullo, dejo frente a las otras huellas, la huella de mi cuerpo, al dos le faltan cinco, seis, otros números. No quiero la manzana y el aire huele a brea.
Las golondrinas ladran, los peces moribundos apartados del copo, me reflejan mil veces y siento un gran vacío. No me basto a mí mismo.
Eva.
En el telón de fondo, blandiendo espumaderas, las niñas pescan ranas. La hiel se me estremece, grito, ahuyento este dolor, dejo atrás a Narciso y me pierdo en lo lejos.
RAFAEL PÉREZ ESTRADA, Valle de los Galanes / Obeliscos, Huerga y Fierro, Madrid, 2006, pp. 48-50.
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