Un día se dijo el Esqueleto: «Estoy prisionero entre esta sucia mole y estas vísceras putrefactas. Quiero librarme, salir fuera, al sol, como una creación de Miguel Ángel extraída de la oscuridad del peñasco».
Y así lo hizo. El medio: la muerte.
El cuerpo fue a pudrirse en una fosa, y el Esqueleto, blanco y pulido, redimido como había soñado, se lanzó a marchar solo por el mundo. Pero todos huían atemorizados, y al fin también tuvo que esconderse bajo tierra.
Giovanni Papini
&
Josep Llimona
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